Este geositio se ubica en los cerros de Lila, en la sierra de Almeida, a unos 20 km al sur del salar de Atacama. Descubierto en 1962 mediante fotografías áreas, representa la única estructura generada por el impacto de un meteorito confirmada en territorio chileno y una de las pocas reconocidas en Sudamérica. Además, este cráter es una de las estructuras de impacto mejor conservadas para su edad y lo convierte en un laboratorio natural para el estudio de cráteres de impacto simples. Desde el sector del cráter es posible tener una vista panorámica privilegiada del macizo andino hacia el este, del salar de Atacama hacia el norte y de sus quebradas aledañas que tienen una gran variedad de flora altiplánica que aporta a la belleza escénica del lugar.
El cráter posee una forma semicircular, con un diámetro promedio de 360 m y con 34 m de profundidad máxima. Se ha estimado que el meteorito que lo causó impactó el terreno hace unos 500 mil a 700 mil años, en el Pleistoceno Medio, a una velocidad probable de colisión de 15 km/s, con una masa de 9.870 t y un diámetro de 13,4 m. El impacto habría disipado una energía comparable a 2,2 bombas atómicas similares a la de Hiroshima.
Tanto los restos del meteorito, de tipo ferroso, como las estructuras de impacto generadas por su caída (impactitas) han sido sustraídos en numerosas expediciones turísticas y científicas que no han contado con ningún tipo de normativa ni fiscalización, con lo cual se ha perdido valiosa información de este evento. Además, la falta de conocimiento del valor científico de este geositio ha motivado que algunos visitantes ingresen con sus vehículos hasta el interior del cráter, generando un deterioro acelerado de sus flancos.