La duna Cerro Dragón, declarada Santuario de la Naturaleza en 2005, constituye una de las formas del relieve más relevantes y llamativas de los paisajes áridos del norte de Chile. Esta duna costera se emplaza en el sector sur de una estrecha y rocosa terraza litoral, de unos 52 m s.n.m. de altitud promedio, que limita al este con un acantilado costero del orden de 500 m de altura, y sobre la que se ha desarrollado la ciudad de Iquique.
Con cerca de 4 km de largo y un ancho que varía entre 150 y 550 m, destaca en ella su afilada cima, de forma alargada y trazado sinuoso que culmina en una cresta alta y aguda. Son precisamente estas características las responsables de su similitud con la figura de un dragón recostado.
Actualmente, esta duna carece de una fuente activa de arena, como una playa por ejemplo, por lo que se le clasifica como fósil o relicta. Se ha postulado que su origen se remonta al último máximo glacial, hace unos 20 mil años aproximadamente, durante el Pleistoceno Superior, cuando el nivel del mar estaba unos 100 m más bajo que el actual y dejaba expuesta una plataforma de cerca de 5 km de ancho, con sedimentos que habrían provisto la arena para la formación de esta duna.
No obstante ser un área protegida, el desarrollo urbano de Iquique ha puesto en peligro la integridad y la existencia de la duna Cerro Dragón. La presión inmobiliaria, la extracción de arena para la construcción y las actividades de esparcimiento han provocado la fragmentación de esta duna y la pérdida de naturalidad de sus geoformas originales.