Este geositio, ubicado en la playa de Quirilluca, entre Horcón y Maitencillo, se caracteriza por su morfología de acantilados costeros con 40 a 50 m de altura, a lo largo de 450 m de playa. Las actuales paredes verticales y abruptas son el resultado de la acción erosiva del mar sobre el borde costero y su posterior derrumbamiento. En la base del acantilado se observan, además, dos cavernas generadas por la acción del oleaje.
Por sobre el acantilado se extienden amplias planicies que corresponden a terrazas marinas que se formaron bajo el nivel del mar por la abrasión del oleaje y que luego fueron alzadas por las fuerzas tectónicas durante el Pleistoceno Superior, dejándolas expuestas en superficie, proceso que también permitió la formación del acantilado costero. Durante la marea baja es posible ver en la zona costera la planicie que actualmente está siendo desgastada por el mar. En la playa, además, sobresalen dos bloques de 5 m de altura que corresponden a restos de un arco de roca derrumbado.
Este geositio destaca también por su valor paleontológico. En los sedimentos marinos que conforman el acantilado, y que forman parte de la denominada Formación Caleta Horcón, del Plioceno Superior, se han encontrado fósiles de moluscos, peces, aves y mamíferos. Destaca la presencia de restos de perezosos adaptados al medio acuático, del género Thalassocnus, que vivieron en el lugar hace 3 a 2 millones de años, al final de la época del Plioceno.
La singular configuración geomorfológica de este sector otorga las condiciones ideales para albergar la diversa y abundante fauna y flora local, por lo que diferentes organizaciones e iniciativas, entre ellas el proyecto de Geoparque Puchuncaví, impulsan la preservación de este geositio.